Las culturas prehispánicas
compartían la creencia de que existe una entidad anímica e inmortal que da
conciencia al ser humano y que después de la muerte continúa su camino en el
mundo de los muertos, donde sigue necesitando de utensilios, herramientas y alimentos.
Los
orígenes de la celebración del Día de Muertos en México pueden ser trazados
hasta la época de los indígenas de Mesoamérica, tales como los Aztecas, Mayas,
Purepechas, Nahuas y Totonacas. Los rituales que celebran las vidas de los
ancestros se realizaron por estas civilizaciones por lo menos durante los
últimos 3,000 años. En la era prehispánica era común la práctica de conservar
los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la
muerte y el renacimiento.
El festival que
se convirtió en el Día de Muertos cayó en el noveno el mes del calendario solar
azteca, cerca del inicio de agosto, y era celebrado durante un mes completo.
Las festividades eran presididas por el dios Mictecacihuatl, conocido como la
“Dama de la muerte” (actualmente corresponde con “la Catrina”). Las festividades
eran dedicadas a la celebración de los niños y las vidas de parientes
fallecidos